Llegamos a la 1 de la madrugada a un aeropuerto de Londres con Easyjet.
Cogimos un autobús a Victoria Station por unas 5 libras y fuimos andando al primer hotel que había reservado en las cercanías de Victoria Station. Llegamos a las 3 de la madrugada y a pesar de ser un hotel de 3 estrellas, era “el chozo” mas cutre en el que había estado nunca. Soy alérgica al polvo (de ahí mi obsesión por los hoteles limpios y de calidad) así que solo pude dormir y malamente unas 4 horas (este hotel costó 60 Euros).
Desayunamos y nos fuimos hacia el segundo hotel, este fue el hotel H10 Waterloo (nos costó 100 Euros con una oferta) y en esta ocasión menciono el nombre porque sería el inicio de mis estancias en hoteles de verdadero lujo. La habitación era alucinante, nueva y tenía una moderna decoración. La habitación era esquinera y tenía doble vistas: una de ellas permitía ver todo el “landscape” de Londres, y la otra permitía ver la avenida de Waterloo donde estaba situado el hotel. El colchón era fantástico, como dormir entre algodones. Nada más llegar nos trajeron los albornoces calentitos recién planchados. A media tarde nos trajeron la merienda: una tarta de chocolate y bombones en un plato excepcionalmente decorado. Estuvimos paseando por el centro de Londres y pasamos un maravilloso día.
¡Pues sí que empezábamos bien el viaje! Si señor, ¡¡¡llamando a la abundancia del Universo!!!.
Cogimos un autobús a Victoria Station por unas 5 libras y fuimos andando al primer hotel que había reservado en las cercanías de Victoria Station. Llegamos a las 3 de la madrugada y a pesar de ser un hotel de 3 estrellas, era “el chozo” mas cutre en el que había estado nunca. Soy alérgica al polvo (de ahí mi obsesión por los hoteles limpios y de calidad) así que solo pude dormir y malamente unas 4 horas (este hotel costó 60 Euros).
Desayunamos y nos fuimos hacia el segundo hotel, este fue el hotel H10 Waterloo (nos costó 100 Euros con una oferta) y en esta ocasión menciono el nombre porque sería el inicio de mis estancias en hoteles de verdadero lujo. La habitación era alucinante, nueva y tenía una moderna decoración. La habitación era esquinera y tenía doble vistas: una de ellas permitía ver todo el “landscape” de Londres, y la otra permitía ver la avenida de Waterloo donde estaba situado el hotel. El colchón era fantástico, como dormir entre algodones. Nada más llegar nos trajeron los albornoces calentitos recién planchados. A media tarde nos trajeron la merienda: una tarta de chocolate y bombones en un plato excepcionalmente decorado. Estuvimos paseando por el centro de Londres y pasamos un maravilloso día.
¡Pues sí que empezábamos bien el viaje! Si señor, ¡¡¡llamando a la abundancia del Universo!!!.
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